PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Nuestra milenaria Torre de Hércules lo ha conseguido!




REENCUENTRO CON EL SASTRE

Nos enfrentaremos al más encarnizado de los rivales, nuestra propia leyenda, el techo oculto a tanta grandiosidad cosechada durante dos siglos de tabernas, a esa característica tan en voga en estos tiempos, la excelencia aquirida sorbo a sorbo, bock a bock, verso a verso y en el infernal camino, recogeremos solo a los valientes, a aquellos con agallas de urdir golpes ilegitimos, con la conciencia suficientemente serena y pura para ejecutar al cobarde de José Grillo, una tropa de elegidos para la gloria, hombres con deseos de trascender, de ocupar un sitio en la eternidad, de no rendir pleitesía a Hipócrates y saborear los merecidos designios de la providencia, esta vez personificada en Swarowski tintada de plata y repleta de embocadura, como siempre debería ser.

Salud, República y Viva Camarón!


FANTASMAS DEL PASADO

Estás enferma, oh rosa!
El gusano invisible,
que vuela por la noche,
en el aullar del viento,
tu lecho descubrió
de alegría escarlata,
y su amor sombrío
y secreto
consume tu vida.
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William Blacke ("La Rosa enferma")
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Solía escribir en cursiva, como los encogidos cuando tratan de parapetarse en la oscuridad y su prosa, custodiaba con recelo su gran secreto, omitía con premeditación circunferencias coronando las latinas tratando de no desvelar su irritante candidez, esa pubescencia que se oponía a enterrar, cada mañana iniciaba un nuevo proyecto que descartaba en el ocaso, fiel indicio de que los años hacían parada y fonda en el hostal de sus pensamientos. Sin embargo, también la recuerdo amable, educada, señorial, incapaz de perder el sitio, todavía duelen aquellos gélidos ojos verdes diseccionando mi alma sin afán de crítica, solo estudiando mi indolencia, buscando explicaciones al devastador desorden que reinaba allá por donde mi oscura figura pintaba de deambulante sombra el sufrido suelo, donde los caminos se hacían inexcrutables mientras blandía la aguerrida copa de cristal barato, tratando de hallar respuestas en el insondable baul de la retórica, blasón al viento, en la morada de los muertos, de la que había hecho su casa muchos años atras, la joven que se ría como Becquer.


VENDRA LA MUERTE Y TENDRA TUS OJOS

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo, oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en un espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.
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César Pavese ("Vendrá la muerte y tendrá tus ojos")
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Regresemos al tiempo de la ira, a aquel inesperado fulgor que nos cegaba inexorable, a la maquinal conducta afanosa que dirigía nuestro destino sin hacer paradas, a la desazón irremediable de nuestras oraciones para que el tiempo no dejase de correr, cuando el desenlace no era una inquietud al creernos firmes, eternos en nuestro etéreo y elevado pensamiento, inmunes al inexorable paso del tiempo. Aprovechemos este sueño caduco, perenne en estos instantes de suma concentración, no es recomendable sentarse a valorarlo, la verdad no resulta atractiva, es preferible no detenerse a examinar la levedad, tan tenue como sol de Diciembre, aunque agradable de contemplar cuando uno tirita entre terroríficos pensamientos. Volvamos al sofá, algo estarán poniendo en la tele, pero por esta noche, no toquemos un solo libro ni por asomo.


SOSPECHOSOS HABITUALES

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"Quien desea y no actua, engendra la plaga"
(William Blake, "Proverbios del Infierno")
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Solo puedo prometer ilusión, a estas alturas transformarse en Lou parece reservado para las grandes ocasiones. La vieja banda de blues también se ha ido aburguesando y supongo que uno mismo ha seguido la misma evolución inevitable, solo hay que lamentar con preocupación que el relevo generacional no parece estar garantizado a juzgar por el inmenso parque lunar que describe la calle de los vinos un Sábado, a esa hora maldita en la Goldfinger acostumbra a dar manga ancha a su caja registradora, con el único propósito de asegurarse un merecido retiro dorado en San Francisco, años ha que ha alcanzado el Bar Mitzvá y ya le va tocando vivir alejado de los grifos de cerveza. A los que todavía nos queda algo de cuerda, los quiero ver esta noche tocando acordes prohibidos en el diabólico maratón organizado por Pablito, se pasará lista para anotar las ausencias.


SAMURAIS

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Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes
yo vine a llevarme la vida por delante-
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer morir, eran tan solo
las dimensiones del teatro-
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
Envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
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Jaime Gil de Biedma ("No volveré a ser joven")
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La casta de los Samurai se conformaba de guerreros aristócratas regidos por un código denominado Bushido cuyo primer precepto indicaba que un valiente no sigue los pasos de la estupidez, tal vez porque el coraje se presume innato en estos soldados ajenos a los vaivenes del desempleo, el euribor y despóticas parejas absorventes a las que pedir permiso para orinar. De cualquier modo, transcurrido el tiempo, comenzaron a ejercer su cometido de forma contractual, quizás corrompidos por su Daymio, poco seguidor de Confucio, que trató de asegurarse la observancia de estos caballeros untándolos con posesiones y derechos hereditarios, una inteligente estrategia que pudo ser, con perdón, la primera irrupción del capitalismo en el lejano Oriente, aunque como habitualmente hacen, opten por el caso omiso a las elucubraciones del que nunca ha formado parte de esta progenie, que entre otras lacras, mantiene desde niño un nexo inquebrantable con la ira y un graneado idilio con la vesanía que parece no tener fin, eso que mirando de reojo los cuarenta, algún alfa advierte que el león se adormecerá para nunca despertar, pero por desgracia en la mesa de Mathausen se dicen muchas tonterías con extrema seriedad, que lástima.