VENDRA LA MUERTE Y TENDRA TUS OJOS

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo, oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en un espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.
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César Pavese ("Vendrá la muerte y tendrá tus ojos")
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Regresemos al tiempo de la ira, a aquel inesperado fulgor que nos cegaba inexorable, a la maquinal conducta afanosa que dirigía nuestro destino sin hacer paradas, a la desazón irremediable de nuestras oraciones para que el tiempo no dejase de correr, cuando el desenlace no era una inquietud al creernos firmes, eternos en nuestro etéreo y elevado pensamiento, inmunes al inexorable paso del tiempo. Aprovechemos este sueño caduco, perenne en estos instantes de suma concentración, no es recomendable sentarse a valorarlo, la verdad no resulta atractiva, es preferible no detenerse a examinar la levedad, tan tenue como sol de Diciembre, aunque agradable de contemplar cuando uno tirita entre terroríficos pensamientos. Volvamos al sofá, algo estarán poniendo en la tele, pero por esta noche, no toquemos un solo libro ni por asomo.


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