EL TAMBOR DE HOJALATA


En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tu del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labios muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
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Alejandra Pizarnik ("El miedo")
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Como un ladrón a medianoche, el profeta conspirador urde retorcidas intrigas con las que abatir a los escasos héroes en la clandestinidad. Encarcelada la reserva, repatriada la leal legión extranjera y disueltos los pocos locos convictos que mantenían su posición en el frente, la esperanza muere a los pies de los gualdos sindicatos, incapaces de concertar condiciones de un concordato sin represalias. Se avecinan tiempos difíciles, en los que creer en Dios se presenta como la única disyuntiva laudable a la batida en la que sin lugar a duda participaremos, cuando esos malditos cachorros opulentos den con nuestro paradero y nos incauten con violencia lo conquistado durante siglos. La alternativa a la devastación, hurgar en lo más profundo de nuestra alma para atinar con lo que algún día fue nuestro, el disipado espíritu de Wallace, de Little Big Horn o porque no, el del celebrado Centenariazo, sin olvidarnos de escuchar atentamente el retumbar de los tambores de hojalata.


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