ROMEO DEBE MORIR


En la victoria, laxante de euforia
y en la derrota, soberbia venganza,
ira con fuste para regalar pergaminos
de súplicas con destinatario fugado
sin dejar señas.
En la retirada, el Principe,
Romeo Medicci debe morir.
En la venganza,
sangre de los culpables,
la inocencia es donante universal.
Cuanto te contemple en el abismo,
no digas que no te lo advertí,
ya lo sabía yo,
te está bien empleado
y en el pecado está la penitencia,
Nazareno conquistado por Talión.
Al recuerdo de aquella vez,
lejía, absenta y una cantiga de Serrano
de la Biblioteca de Ajuda,
deja cicatrices pero nunca manchas.
Al siempre nos quedará,
Ana Belén, arde París,
Sagrado Corazón en llamas.
Tras la pelea,
sin perdón, jarabe de bock,
los pocos amigos que no pretenden cambiarnos,

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