RECONSTRUYENDO A MILADY DE WINTER

Ronco por la conjura del rancio Cavendish y el recio Blend , consagrado a estas bajuras como corsario indomable, y visiblemente agotado por los efectos secundarios de los números roucos, mientras su embriagada mirada se perdía oteando el horizonte senegalés de la Real, me confesaba la pasada madrugada el otro Conde, el del Athos, que cuarenta Tolstoi después recordaba a su verdugo con cierta compasión, sin atesorar rencor, aunque de tenerla a su merced, no dudaría en ajusticiar a Milady con sus propias manos, puños hipotecados por el odio en esos instantes de pesadilla despierto. Apelando al carácter del clima lo conduje a Las Viudas, y con el nimio esfuerzo de varios pinchos de queso, le arranqué una sonrisa con facilidad sumisa. Suspiré emocionado, un infierno después mi amigo estaba curado, y de Winter, probablemente bajo una manta de mármol, promocionando el Xacobeo en el báter de algún bar, o aterrorizada por los insectos que juguetean entre las sábanas de cartón de su cama cada vez que su conciencia no le permite dormir, cada noche en Insomnia sin Lord Brick.

3 comentarios:

El baron rojo | 2:24 a. m.

Para cuando unas cervezas

El baron rojo | 2:24 a. m.

Maestro

El Vizconde Valmont | 8:44 p. m.

Yo me apunto. Que venga Lord Tetra Brick.
Sospecho que me mintio con el Informe Guantánamo. Si está casada lo soportaré.