CONSAGRARAS LAS FIESTAS

Recatado, humilde y desapercibido, tras impartir la extrema unción al rigor terminal ungiendo la sien de que-le-ha-pasado-rodríguez, el señor de las nóminas, abandonaré mi trinchera en dirección a la calle Noya, donde una costilleta me espera para reponer las fuerzas perdidas en la lucha diaria contra los calificados como desamparados por aquella chica que aspiraba a suceder a la de Calcuta. Dormiré la siesta, y una vez la luna cobije mi oscura figura, diez mil pasos me conducirán al Templo, donde no estará esperando Stone, uno de los pocos amigos que tengo y sin duda el más indolente con las agujas del reloj, además de enfermo crónico de incontinencia verbal, aunque uno ignora sus fernandadas tanto como a las críticas constructivas, que como la sana envidía, son invento de los hipócritas para invitarte a dar a luz. Sea, que no haya cola en la parada de taxi, nuestro particular tren de medianoche.

2 comentarios:

Anónimo | 11:14 a. m.

Tengo que trabajar mañana por la mañana, cago en mi estampa.

El Vizconde Valmont | 8:48 p. m.

Me paso por La Coruña en un par de semanas.