LA NOCHE DEL COTOCOTISSIMO

La crísis económica de principios de los noventa comenzaba a latir, y sin saberlo se fraguaba la desaparición de un bar de culto, "El Compostelano". Moncho valoraba la idea de ahorcar los hábitos, desertando de sus atroces callos a cambio de quince millones de ilusiones, caudal apto para no servir más silviños en lo que le quedaba de existencia, sin olvidar los pisos arrendados en Carballo, patrimonio suficiente para poner el cartel de cerrado por liquidación cuatro décadas después de haber tomado posesión del lado menos amable de la barra. Además, por aquel entonces una pandilla de bárbaros habían puesto en jaque su matrimonio con Dosi, el de Negreira se mostraba incompetente de pedirles que abandonaran el local antes de que el punto diese paso a las tres de la madrugada, y cada víspera de drama la dama se veía obligada a telefonearle para que retornase a casa y no bebiese más con aquellos infames clientes, la terrible pandilla de veinteañeros ávidos de absenta. Precisamente entre sus felonías, recuerdo una noche que embriagados de romanticismo y bocks, acudieron a Zalaeta a rondar a dos hermanas, improvisando un demoniaco coro interpretando el video que dejo a continuación, dedicándoselo por supuesto a Paula, que tras aquel concierto se volvió a cruzar en mi vida varias canalladas después, haciéndose compañera infatigable en aquellos años deseperanzados de los que ya les hablaré alguna vez. Todavía le debo algún taxi que otro, pero valga este artículo como pago a la promesa que le hice aquella vez mientras bailábamos un vals en La Tasca y asumí el rol de Jimmy el Santo y ella, el de la reina de la ginebra.

0 comentarios: