LA ENMIENDA CASTRO

A LA NUEVA LENGUA

—Boscán, tarde llegamos —¿Hay posada?
—Llamad desde la posta, Garcilaso.
—¿Quién es? —Dos caballeros del Parnaso.
—No hay donde nocturnar palestra armada.

—No entiendo lo que dice la criada.
Madona, ¿qué decís? —Que afecten paso,
que obstenta limbos el mentido ocaso
y el sol depinge la porción rosada.

—¿Estás en ti, mujer? —Negóse al tino
el ambulante huésped—. ¡Que en tan poco
tiempo tal lengua entre cristianos haya!

Boscán, perdido habemos el camino,
preguntad por Castilla, que estoy loco,
o no habemos salido de Vizcaya.

Lope de Vega

No nos sorprenderá que la noche vuelva a hacernos cómplices, ni que sus licores terminen por dar con mis tabas en el canapé, acaso con los zaragüelles al ras de la rodilla, en un alarde de altivez por haber sido por unas horas quien solía ser. Tampoco nos causará calorina escuchar esperados desafinos mientras homenajeamos a Lony Jones por enésima vez, estoy seguro que Florance nos lo perdonará, o tal vez no y rocíe nuestra casa con queroseno, la tan bella como peligrosa pelirroja siempre ha gozado de un talante de mil malignos. Ah, maravillosa esta rutina la que se produce en un par de tandas de cada lapso, impostora desvergonzada!, bendita Enmienda Castro que atina coartada a la golfería cada venida del Vizcode a esta su casa... Bienvenido entrañable y añorado Valmont!