EN UNA DECIMA DE SEGUNDO


Me siento incapaz de recordar a mi Abuelo en sus últimos días. Afortunadamente nuestro cerebro conserva la imagen idílica de nuestros seres queridos una vez nos han abandonado, siempre jóvenes y rebosantes de vida, tal cual los hemos idolatrado a través del cariño, la admiración y la profunda gratitud, tal vez porque alguna compensación debe tener la insoportable carga de su ausencia. Así debe ser. Los que se han marchado perviven en nuestra mente el resto del tiempo que nos ha tocado en suerte vivir, a través de los sueños y la imaginación, de los recuerdos, en el caso de los genios como Vega, siquiera nos hará falta esforzarnos para conmemorarlo, su inmortal legado acudirá a nosotros en una décima de segundo, en cualquier situación de tristeza, alegría y sobre todo de introspección, aunque hoy no pienso ordenar la habitación...
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Dedicado al hombre que dejó de ser mi amigo para convertirse en el Padrino de mi hijo.
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