UNA BOCANADA DE AIRE FRESCO

Perderé de vista a las perversas y facinerosas vecinas hasta que muera el mes de Agosto. Sin pretender trascender, los paseos junto a mi joven amigo Jedi servirán para deshacerme del nudo en la garganta que me impide mostrarme tal cual soy y destrozar una maceta en la cabeza de esas meretrices pródigas. Serán sin duda las caminatas, una bocanada de aire fresco, un paladeo de libertad, una huida con billete de vuelta a la realidad tortuosa, de esas necesidades que nos esclavizan cuando con honestidad, agradeceriamos mucho más pelear que discutir con cuatro hijas de mala madre.
Olvidemos pues, durante tres semanas, que existe Lucifer, que un perro de dos cabezas vela por su integridad a las puertas del Infierno, que Mathausen no es una pesadilla y sí lo son los compañeros de celda, porque al fin y al cabo su condena es más larga y dura que la mía, la vida les ha devuelto lo que han sembrado, cada noche antes de acostarse, borrachas de nostalgia, anhelan aquellos besos que ahora no reciben, dan de comer a los peces, y el alcohol que corre por sus venas las arroja a los brazos de Morfeo, el único hombre que aún las soporta.

4 comentarios:

El Vizconde Valmont | 7:44 p. m.

Me voy a quitar del alcohol.

MONTECRISTO | 10:44 p. m.

¿Está usted borracho?

El baron rojo | 11:50 p. m.

No se preocupe, sr. conde, aunque Valmont se quite del alcohol, el alcohol no se va a quitar de Valmont.

En cuanto pida el próximo bock en la Tasca ya se le pasa...

MONTECRISTO | 3:51 p. m.

Claro, como cuando se le dio por andar con la gorra de Ricardo Zamora...