BORN TO BE WILD


Sin que nos desconcierte, a estas alturas del drama, sentimos melancolía por la libertad gozada antaño en la lontanza, hace diez días vamos. Al gris presente cualquier visita a una playa próxima se le postula como plan extraordinario a contemplar, a pesar de las vulgares petroleras en top-less, el ruido, los jovenes aprendices de arquitectos y la arena, sin olvidarse de que el tabaco adquiere un sabor lamentable y que cuando "el que todo lo ve" apura, el báter del chiringo se encuentra en París u ocupado por un tripero excedido de churrasco que aquel día de Enero provocó que Jaime desenterrase su gancho de pulpos, como bien puede atestiguar Miki Collins, aunque me acuse de extravagante. Cualquier cosa parece obsequio a degradarse, somos gringos viejos, sabotear nuestra dignidad a cambio de las monedas por las que Iscariote se lanzó a la fama traicionando al marxista de Judea, -a los chupitos famoso, pero nunca célebre- nos instiga a la queja, que al menos mantiene intacto un derecho irrefutable, el de pataleta, pilar imprescindible en nuestras convicciones para no retroceder jamás.

3 comentarios:

Anónimo | 10:03 a. m.

Por las praderas del fin de semana cabalgaremos de nuevo a lomos de nuestra libertad.

Joder, qué punto lo del gancho de pulpos, eso fue un fax de categoría y el resto dropajes caprinos.

Anónimo | 10:04 a. m.

Qué gran canción, por otra parte.

Se me olvidaba mencionarlo.

El Vizconde Valmont | 8:42 p. m.

estás vago, coño. donde está la siguiente entrada?