IMPOSTORES


Cumplida la treintena, la condena de carencia de nicotina toca a su fin, siempre encontramos un trío de eurillos con los que acercarnos al estanco a comprar el único americano que nos gusta, amén del golfo de Mitchum, aquel sobre el que mi abuela sentenció a su fallecimiento, cuando Robertiño lindaba la octava centuria, que no le parecía extraño su óbito dada la ajetreada vida que había llevado, repleta de mujeres, drogas y alcohol. Liberty Balance, mi abuelo, le contestó con agudeza con un "menos mal que llevaba esa vida, si no dura ochenta años más".

El paso del tiempo no solo atormentó a ese genio marica llamado Jaime Gil de Biedma, a todos, sin exclusión, nos quita el sueño de vez en cuando, en mayor o menor medida, aunque el tiempo, como para
Max Cady, también es vengador, y por fortuna nos priva de toda la recua de cretinos que nos han acompañado en todos estos años, necios aprovechados que nos han complicado la existencia con su sola presencia.

Por eso, la certeza de nuestro futuro se nos hace más soportable al soltar lastre, ajenos a las manzanas podridas huerfanas de huertos en los que algún día germinaron, expulsados del paraiso ante nuestra atónita mirada, en una primera impresión, injustamente., pero ahora con claridad diáfana, os pregunto: ¿Alguna vez habéis visto llover?

1 comentarios:

El baron rojo | 10:41 a. m.

Si está usted hecho un chaval, no se queje tanto...