ASALTO A EUROPA

Lendoiro ha advertido que este año será de transición, puente de otro, el del centenario, en el que se confeccionará una gran plantilla que hará que los blues de Riazor vuelvan a pelear con los engreidos capitalinos y los antipáticos laportistas polacos. Basándose en una de las parejas de centrales más prometedora de Europa, Coloccini y Andrade, el Ave Depor resurgirá de sus cenizas para como hace más de una década, más de cinco mil borracheras, plante cara al injusto despotismo sin ilustrar de merengues y culés. Soñamos con ello cuando podemos dormir, porque tras la oportunidad perdida de proclamarnos campeones en el impronunciable nombre de aquel estadio alemán llamado a coronarnos rey de Europa, a algunos nuestras lágrimas nos impiden ver el sol, obviando el consejo de Tagore, y desde luego, conciliar el sueño cada vez que tomamos una copa de Oporto gestado en las bodegas de Mahia.
Pero Santander podría despertarnos de la pesadilla, el Sardinero podría propiciar un giro sorprendente a nuestro fatum, porque una victoria en la capital cántabra nos dejaría en puestos de Champions al finalizar el primer tercio de liga, inesperado comienzo del curso académico. No debe temblarnos el pulso, no tenemos que sentir vértigo, no síntamos pánico, la Liga española ha alcanzado mínimos de competitividad, carente de verticalidad, excesiva en el toque de balón, y vanidosa de su sobrevalorada calidad, y por ello sin duda, abierta a la posibilidad de que 8 ó 10 clubes opten a las dos plazas que dejarán libres Madrid y Barcelona. Entre esa clase media se encuentra nuestro Depor, en el que si un sevillista, Joaquín Caparrós, es capaz de guiar a un bético por el buen camino, a Diego Chevalier, el resultado se traducirá en la dósis de goles necesaria para que el Depor se asiente en la nobleza de la clasificación. Porfiemos por la extraña pareja.
El Domingo a las nueve, en La Tasca, rezaremos por el milagro, por un equipo carente de la calidad de antaño, de los destellos de Bebeto, Rivaldo, Mauro Silva o Fran, pero que tiene las manos marcadas por el esfuerzo, la tez morena del duro trabajo, y las piernas embrutecidas por largas jornadas de caminata. Brindaremos por la victoria, por la entrega de los hombres de Munitis, sin duda estandarte del Depor de la transición, por la fé recuperada en una escuadra que ninguneo por la tabla clasificatoria del pasado año, incapaz de vencer dos envites consecutivos. Será el triunfo de la ilusión frente al tristismo del final de la era Irureta.

0 comentarios: