BASTA YA!



DANZAD, DANZAD, MALDITOS!




Su desnudez no me produce el rechazo sintómatico de los prejuiciosos, solo frio. Su conciencia colectiva, pavor, el pensamiento único siempre ha despertado a mi intestino de sus cortos letargos. Su autoproclamada a los mil vientos solidaridad en cambio, me hace preguntarme porque cuatro décadas después el mundo no solo no ha mejorado, sino que los índices de pobreza han repuntado a pesar del movimiento hippie. Cuando estos ultraciudadanos me piden una monedita en la calle Real me provocan ganas de apalearlos, al no comprender la coherencia entre vivir al margen de la sociedad y solicitar limosna a los transehuntes ocasionales, conscientes complíces del capitalismo, amén de un enésimo apretón de vientre: Vended en el top-manta, salvo a los peperos y a los del esgae, al resto de los sujetos pasivos no nos parecerá mal, pero no molesteis mientras paseamos, aporread la flauta en bajito y a correr por el parque, como diría el torerísimo picholeiro Vittorio.
En fin, que como buen burgués que soy, me marcho a ver a Goldfinger, que por cierto, el muy violinista en el tejado, ha subido el precio de los bocks nuevamente y es que según parece los pozos cerveceros de Nevada se están quedando secos últimamente, jodido pirata y Madam Amsterdam...




EL GRAN COMBATE

Condenados a entenderse fuera de los bares, durante décadas rivalizaron en las tabernas . Hoy regresan al ring para enfrentarse por última vez (?), en prime time desde las dos de la tarde. Con todos ustedes, el hombre de la terrible pegada, el Gato de Inés de Castro y Potro de la Calle Azahar, el Conde de Montecristo, la reedición del legendario duelo de bockeadores.